Érase
una ciudad oscura, sucia y humeante…
Antes de tratar de dejar las calles limpias
de drogas debo buscar y eliminar el “epicentro de la epidemia”, los
laboratorios donde los hombres de Falcone elaboran la droga. Sumando todas las veces que he
investigado a Falcone, nunca he encontrado ningún laboratorio ni sala en la que
los químicos puedan “cocinar” las drogas. Mejor dicho, desconocía que Falcone
era autosuficiente en la producción de estupefacientes. Siempre creí que la
importaba de Italia o de Sudamérica pero ya veo que me equivocaba. El único
sitio en el que podría tener las instalaciones necesarias para el proceso
químico es en los polígonos industriales que tiene a las afueras de la ciudad.
Me dirijo hacia allí con mi detector de
toxinas que acaba de desarrollar “Wayne Technologies”. Es complicado encontrar
algo en esos almacenes, los he registrado en otras ocasiones y nunca he
encontrado drogas. Lo primero que veo al llegar es el coche del hombre de moda
entre los mafiosos, Milos Grapa, la
mano derecha de Falcone. En el Ford Escort no hay nadie, debe de estar dentro.
Me cuelo por el tejado para echar un vistazo al interior de la sala pero allí
no hay nada, todo está oscuro y vacío. No detecto ningún índice tóxico en la
sala pero sí que capto algo en el subsuelo. Éste sitio debe tener una planta
baja y allí debe de estar el laboratorio. Mientras busco sin éxito una escalera
o ascensor por el que descender, empiezo a oír voces, alguien está subiendo. En
efecto, Milos Grapa emerge tras la pared que tiene doble fondo, al traspasarla
llegamos a una sala secreta, la cual se abre con un mecanismo. Dejo marchar a
Grapa y a su guardaespaldas y me dispongo a inspeccionar la zona.
La imponente luz artificial del laboratorio
me ciega la vista impidiéndome vislumbrar nada. Al cabo de unos segundos vuelvo
a echar un vistazo y lo que veo me deja sin palabras. Las instalaciones son
espectaculares, toda una planta repleta de tecnología puntera y de cajas repletas
de mercancía esperando ser recogidas. Incluso veo varias máquinas que usamos en
Químicas Wayne que supuestamente
eran exclusivas para nosotros. Le notifico a Alfred todo lo que he descubierto
y me dispongo a detener a todos los que estaban allí presentes. Reduzco a los
tres guardias de seguridad y retengo
a los cuatro investigadores que aún estaban trabajando pese a que acababan de sonar las tres de la madrugada. Debería
llamar al inspector Gordon pero sé que hoy es su día libre, él también ha
trabajado duro en los últimos meses, le dejaré descansar. Llamo a Harvey
Bullock, el compañero de Jim. No es santo de mi devoción, es un engreído, pero
sé que es de fiar. Se llevará todo el reconocimiento popular al incautar la
droga y cerrar estos laboratorios, no es algo que me guste pero es lo que tiene
ser Batman, guardián en las sombras.
En apenas diez minutos varias patrullas
policiales aparecen en el polígono para llevarse a comisaria a los hombres de
Falcone que les he dejado allí, para requisar toda la droga y precintar el
recinto.
Jim
Gordon se entera inmediatamente de todo lo sucedido y decide dejar su día
libre para otro momento. Ha encendido la batseñal
en el cielo oscuro y humeante de Gotham, parece que esta noche sea más intensa que la propia luna. No sé
qué tendrá preparado para mí, acaban de llevarse todas las pruebas y los
“regalitos que les he dejado” así que no han tenido tiempo de revisar nada.
Pero no importa, acudiré igualmente ¿acaso
tengo algo mejor que hacer? Me monto de nuevo en el batmovil y a mitad de
camino la fría luz que ocupaba el cielo estrellado de la ciudad desaparece. En
el tiempo que llevo en este “trabajo” nunca había pasado nada similar. No puede
ser un error, a la señal solo tiene acceso Gordon, esto no me gusta. Aumento la
velocidad del coche hasta que llego a la esquina trasera de la comisaría, no
veo nada extraño pero sí que oigo gritos en la otra parte del edificio, en la
entrada principal. Subo a través de las gárgolas de la vieja comisaría hasta
que consigo vislumbrar lo que sucede en la entrada. Mis peores temores se
acaban de hacer realidad.
Un grupo de 30 hombres bajo la influencia de
Falcone estaban formando frente a las puertas del edificio como si de una
legión romana se tratara. Por el aspecto que tenían era obvio que estaban bajo
los efectos del “Viper”, el único que parecía estar cuerdo era el cabecilla del
grupo, Tommy Bones, uno de los
hombres más importantes de Falcone. Lo podríamos catalogar como su asesino
personal, se encargaba de los trabajos de mayor exigencia. Destacaba por sus
conocimientos militares y estratégicos, por ello era el planificador de los
actos de la mafia de “El Romano”. Estaba a punto de actuar cuando de repente el
delincuente se dispuso a hablar, pedía que se le entregara toda la droga y el
material incautado hacía apenas una hora y que si no atendían a todas sus
exigencias aquello se convertiría en una batalla sin precedentes en la ciudad
de Gotham. Pero eso no era lo peor, Bones tenía guardado un último as bajo la
manga, había secuestrado a Barbara,
la hija del inspector Gordon. Era una situación realmente crítica, de las más
exigentes a las que me había enfrentado, si no medía mis actos con precisión la
noche acabaría realmente mal para todos.
Continuará… En breve,
un número doble que pondrá fin al 2º capítulo

(1)
En esta parte entra en escena Harvey Bullock, el compañero de Gordon. Ha aparecido en multitud de
historias en diferentes medios. También aparece uno de los personajes más
importantes del grupo vengador de Gotham, Barbara Gordon, no es solo la hija
adolescente del inspector Gordon, es la mismísima Batgirl y el Oráculo de Batman
cuando queda impedida. Finalmente, aparece Tommy Bones, un asesino de la mafia
de Salvatore Maroni en la serie televisiva de Gotham.
Aleix Aranda (@greenlanternBCN) a las teclas
Lucas Liesa (@2Ldesigns) a los lápices
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