Érase
una ciudad oscura, sucia y humeante…
En el día de hoy haremos un alto en el camino y daremos un
salto temporal de tres años para
narrar una historia diferente, nos centraremos en un día muy especial para el
pueblo norteamericano. Sí, estoy hablando de Halloween, el día en que los niños se disfrazan de monstruos y los
jóvenes/adultos se emborrachan en fiestas o cócteles. No hay que olvidar que
también es la noche favorita de los criminales. Las calles de Gotham son peligrosas los 365 días al
año pero la noche del 31 de octubre
ha superado todos los records de criminalidad. Desde que llevo la capucha, no
ha habido ni un solo Halloween en el que haya podido celebrar una fiesta o
relajarme y ver alguna película de terror. Todos los delincuentes y psicópatas
de la ciudad aprovechan para camuflarse entre los disfraces típicos de la festividad
de la última noche de octubre para llevar a cabo sus mejores actos delictivos.
Admito que Halloween es una fiesta original, pero si no fuera por guardar las
apariencias de playboy millonario jamás hubiera celebrado ningún cóctel, y
menos ahora, ya estoy viejo para
estas cosas. No hay que olvidar que en este día celebramos el día de los
muertos y no creo que disfrazarnos de personajes mitológicos o terroríficos sea
una forma ética de honrar a nuestros difuntos. En fin, vayamos a lo que nos ocupa.
31 años antes
Otros años por estas fechas estaría patrullando las calles
desde las siete de la tarde para adelantarme a los crímenes de los psicópatas
de la ciudad. Pero este Halloween es diferente, o eso creo. Mis principales
enemigos de la noche de Halloween son El
Espantapájaros, El Sombrerero Loco, Solomon Grundy y El Pingüino. Todos
parecen estar fuera de las calles, Grundy y El Sombrerero están en Arkham rehabilitándose, Crane desapareció de la ciudad hace
unos meses y El Pingüino está en Italia cerrando unos acuerdos de vete tú a
saber qué, drogas, armas, prostitución…
Por lo tanto, he pensado que podría quedarme en casa, ponerme
Pesadilla en Elm Street y Viernes 13 y darles caramelos a los
niños que se acerquen a la mansión. Pero no he sido tan confiado, he dejado a
Alfred en la Batcueva controlando
los monitores conectados a la red de la Policía por si surge algún imprevisto. Normalmente
a los niños les da miedo acercarse a la Mansión
Wayne, verla tan oscura y lúgubre
les echa para atrás pero en la noche de Halloween todo cambia. ¿Qué mejor lugar
para celebrar la fiesta de los muertos que en una mansión “encantada” cerca del
bosque? Además saben que tengo dinero y que les daré más caramelos…
Mi amigo Harvey Dent
nos ha invitado a Gordon y a mí a su
fiesta de disfraces pero he rechazado su invitación por si la cosa se pone fea
y tengo que ir a cazar a algún zumbado. El timbre ha sonado por primera vez a
las 20:00, eran un niño de unos 10 años con su hermano de 15, ambos iban
vestidos de Batman así que ya que iban disfrazados con mi traje les llené las
calabazas de chucherías, caramelos y chocolate.
Como Alfred no me ha advertido de ningún peligro me he puesto
una de las películas mientras ceno pero el timbre ha vuelto a sonar a las 20:30, he dejado el entrecot a medias
y he abierto la puerta, se trata de una voz familiar, es Jonathan Crane, El
Espantapájaros con dos mercenarios…
—¿Truco o trato Sr. Wayne? Jajajaja.
Antes de que pueda mediar palabra uno de sus hombres me rocía
la cara con un espray. Temía que se tratara del gas del miedo de Crane pero por
suerte no era así. Bueno, suerte suerte tampoco, ha vaciado medio bote de espray
de pimienta en mis ojos. Me arrastran hasta dentro de la casa y me atan a una
silla de pies y manos. Para cuando recupero la vista uno de los hombres de
Crane ya me está golpeando las costillas mientras el otro se come mi entrecot.
—Tranquilo Wayne si cooperas y me dices donde está la caja
fuerte tan solo te daremos una paliza de muerte —dice Crane.
—¡No te diré una mierda! —grito mientras recibo otro golpe en
las costillas.
Joder este me ha fracturado una, como echo en falta la
protección del batraje, sin él los golpes duelen el doble.
—Pero antes, dime donde está el viejo, tu mayordomo —dice
Crane.
—Le he dejado descansar, para la gente corriente hoy es un día
de fiesta aunque tú y tus amigos no sois corrientes, ¿verdad?, sois unos perros tarados.
Otro golpe, esta vez en el ojo, entre el espray y el puñetazo
tengo el ojo derecho medio ciego, debería dejar de chulearle antes de que me
den una paliza mayor.
—¿Seguro? No me estarás mintiendo, ¿no? Si lo haces tendré
que darte una inyección de mi toxina del miedo, ¿te suena? —dice Crane mientras
me enseña las jeringuillas que lleva en el interior de la gabardina.
—Algo he oído sobre tu fórmula mágica… pero te repito que Alfred
no está aquí.
—Eso espero, porque si está escondido por ahí, lo encontraré
y lo mataré.
Deduzco que Alfred
estará viéndolo todo desde la Batcueva
e intentará ayudarme cuando llegue el momento, mientras tanto tendré que
explorar otras vías de escape.
Me vuelve a preguntar por la caja fuerte y por la combinación
que la desbloquea, se lo acabo contando para evitar que me vuelvan a golpear pero
le doy una clave errónea, una clave
que me conviene que sepan. Hace años instauré un mecanismo de seguridad en la
caja, si alguien escribe como contraseña la palabra WAYNE se activa una toxina anestésica
que deja inconsciente al ladrón durante unas cuantas horas. Adivinad que
contraseña le he dado. W-A-Y-N-E…
Mientras uno de sus hombres va a saquear la caja fuerte
intento distraer a Crane para que tarde más en caer en la cuenta de que su
hombre tarda demasiado y de que ha caído en mi trampa.
—¿Por qué haces esto Crane? ¿Atracar una mansión? Creía que
eras un delincuente a gran escala, que lo tuyo era aterrorizar a la gente y desvalijar
bancos.
—Cállate necio, hace unos meses Cobblepot, El Pingúino, me
lo quitó todo en una partida de póker en el casino Iceberg, ese perro tramposo
me hizo darle hasta la última moneda e intentó matarme. Tuve que irme de la ciudad
pero ahora he vuelto y estoy reuniendo dinero para un plan mayor. ¿Y, que hay
mas sencillo que quitárselo a un ricachón como tú?
Eso explica por qué no me he encontrado con El Espantapájaros en los últimos meses.
—¡Tú! Ve a ver por qué tarda tanto el inútil de tu compañero —le
ordena a su sicario.
Se acabó el tiempo, me he deshecho de uno de ellos pero en
cuanto lo descubran estoy bien jodido…
Cuando regresa el mercenario de la habitación en la que está la
caja fuerte le cuenta que su
compañero está inconsciente, noto como Crane se convierte en El Espantapájaros,
como la ira se apodera de sus pupilas.
Saca de su gabardina una jeringuilla
y me la clava en el brazo izquierdo. Ahora sí que se trata de la toxina del miedo. Siento como toma el
control de mi psicomotricidad y como empieza a trastocar mi mente. Mientras lucho por mantener la compostura y el
equilibrio me desatan para llevarme hasta la caja fuerte, no recuerdo como
consiguen sonsacarme la contraseña, la cuestión es que consiguen meter todo el
dinero en bolsas. Es entonces cuando veo aparecer a Alfred, mi mayordomo, con su viejo
revolver de la guerra de Vietnam.
Intercambia unos pocos disparos hasta que se lo carga con la última bala. Aprovechando que el tambor del revolver de Alfred estaba vacío Crane consigue golpearle
con una figura africana que ha cogido de una estantería. Mi fiel amigo y
mayordomo cae inconsciente en el suelo mientras yo sigo delirando y
retorciéndome a causa de la toxina del miedo.
El Espantapájaros coge una de las bolsas llenas de dinero e
intenta huir de allí pero consigo agarrarlo de la pierna para impedir que se vaya.
Mientras trato de acabar con mis miedos le golpeo tres o cuatro veces en el
rostro pero finalmente consigue escapar con un par de fajos de billetes. Los efectos de la pócima secreta de Crane están lejos de finalizar, oigo a mi padre
decirme que se avergüenza de mí desde el más allá, mis miedos son reales. Alfred
recupera el conocimiento y se incorpora...
—¿Está usted bien Sr. Wayne? —pregunta Alfred mientras maldice
no tener una pistola semiautomática de
más de seis balas.
Antes de que pueda contestarle vuelve a sonar el timbre por
tercera vez aquella noche. Me asomo por la ventana y veo a dos asesinos en
serie, corro hasta el teléfono y llamo a emergencias suplicando que manden dos
patrullas policiales a la mansión ya que Freddy
krueger y Jason Voorhees quieren entrar en mi casa.
Al día siguiente me despierto en el hospital, los efectos de
la toxina del miedo han desaparecido y caigo en la cuenta de que no se trataba
de Jason y Freddy sino de dos niños disfrazados pidiendo caramelos.
FELIZ HALLOWEEN
(1)
A lo largo del especial nos encontramos con
un sinfín de guiños y personajes relacionados con el Caballero Oscuro. El Espantapájaros, El Sombrerero Loco, Solomon Grundy o El Pingüino son los personajes que intentan acabar con Batman en
Halloween en las historias de El largo
Halloween o Caballero Maldito de
Jeph Loeb y Tim Sale. Jonathan Crane
es la verdadera identidad de El Espantapájaros, el creador de la toxina del
miedo. Esta toxina es un compuesto que consigue sacar tus mayores
miedos. Uno de los miedos de Bruce Wayne
(Batman) es la posible desaprobación de sus padres fallecidos tal y como vemos
en Batman: The Animated Series. Freddy
es el protagonista de Pesadilla en Elm Street y Jason lo es de Viernes 13.
Harvey Dent uno de los mejores amigos de Bruce se acaba convirtiendo en el
villano Dos Caras.
Aleix Aranda (@greenlanternBCN)
Imagen de algunas de mis figuras de Batman junto a la calabaza de Halloween
Aquí traigo el especial de Halloween!!!!! Para todos los nuevos lectores, recuerdo que las historias están narradas por un Bruce Wayne anciano, retirado de su actividad sobre Batman. Lleno de nostalgia narra algunas de sus mejores hazañas como encapuchado. En unos días seguiré con el tercer capítulo que he dejado aparcado solo de forma temporal. :)
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